«WINUNHCALA», LA MUJER ANCIANA
Las mujeres de edad y particularmente las que ya habían llegado a
la menopausia, eran respetadas por su sabiduría, su prudencia y su
poder. Las ancianas asumían la mayor parte de la vigilancia y la
educación de las pequeñas y eran casi más importantes
que las propias madres. Además de la enseñanza de las técnicas
como la cocina, la costura, el bordado y el curtido, las mujeres mayores
aconsejaban a las jóvenes en lo relativo a sus responsabilidades
morales y espirituales. Bajo las alas de sus parientes mayores, los niños
lakota descubrían el mundo que les rodeaba, a menudo analizado y
explicado en un lenguaje críptico de ancianos.
Los ancianos enseñaban los dictados y creencias propias de la sociedad
lakota. De las abuelas recibían conocimiento y sabiduría y,como
había prometido la Mujer Bisonte Blanco, eran las mujeres quienes
aseguraban la pervivencia de los valores lakota. Las ancianas debían
ser las más sabias, hasta el punto de llegar a ser «Wikahunka»
(mujer antepasada), y estaban en todos los ritos relativos a la muerte.
Se creía que la muerte inminente era anunciada por algunos signos
que sólo algunas mujeres podían percibir, interpretar y explicar.
Cuando moría un guerrero, su cuerpo debía recibir cuidados
específicos (pintura facial roja, plumas de águila en el pelo,
etc.) y estos cuidados eran prodigados por las mujeres ancianas. De hecho,
toda la preparación del cadáver y los funerales incumbían
a la familia del difunto.
A menudo, las mujeres se hacían cortes en los brazos y en las piernas
con un cuchillo de silex cuando moría un pariente próximo.
Hombres y mujeres se cortaban el pelo, pudiendo incluso amputarse la oreja
en señal de duelo. La madre se quedaba cerca del cadáver durante
cuatro noches y volvía a su tipi cada mañana.
«Wapiye winyan» la mujer curandera:
Cuando una mujer llegaba a la menopausia, recibía frecuentemente,
por intermediación de los hombres medicina o de visiones, el poder
de investirse en determinados ritos. Se la veía entonces particularmente
apta para curar con ayuda de las plantas. Se la llamaba «wapiye winyan»
(mujer curandera). Las que tenían poderes de brujería eran
conocidas como «wihmunga». Pocas mujeres la practicaban, pero
todas las mujeres sagradas, como los hombres medicina, sabían que
la adquisición de «poderes» significaba que debían
ser extremadamente prudentes durante el resto de su vida. El mal uso del
poder sagrado podía atraer una «represalia de los Espíritus»,
que tomaría la vida de un ser querido.
Las mujeres ancianas participaban también en la Danza del Sol y
en otras ceremonias importantes en tanto que pudieran físicamente.
Justo al final de su vida una mujer era particularmente apreciada por su
familia y su tribu.
Aunque los lakota tenían gran miedo a perder a sus niños,
no tenían, por el contrario, ningún temor a morir de viejos.
Volver al «Wanagiyata», el Dominio de los Espíritus
Como era la Mujer Bisonte Blanco quien había aportado a los lakota
los ritos que les permitían «vivir con todos sus parientes»,
parecía lógico que el último ser con el que tratarse
antes de la muerte, fuera una mujer. Se creía que en la pubertad
cada uno debía ser tatuado en el puño o en la frente con el
fin de permitir al espíritu «pasar sin riesgo por la Ruta Fantasma».
En alguna parte del recorrido, esta ruta formaba una ramificación,
en cuya intersección, una anciana verificaba el tatuaje de cada espíritu
de paso. Los que llevaban el tatuaje eran autorizados a continuar a los
largo de la Ruta Fantasma hasta llegar a «Wanagiyata» (el Dominio
de los Espíritus), parecido a la tierra , pero donde se podía
encontrar a todos los parientes difuntos y a multitud de espíritus
de bisontes y otros animales.
La vieja rechazaba a quienes no llevaban el tatuaje, rehusándoles
para siempre el derecho de recorrer la ruta Fantasma y condenándoles
a errar indefinidamente por la tierra bajo la forma de fantasmas sin ninguna
vivienda permanente.
Fuente: ('Mujer Lakota las edades de una vida')
haci es mi gente
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