“
Os lo contaré como me lo contaron a mí y como se lo contaron los
ancianos a mi abuelo. Cuando un hombre joven busca su camino o busca
respuestas que lo guien a lo largo del camino rojo de la vida, los
ancianos lo llevan a la cima de la montaña y lo dejan allí cuatro días y
cuatro noches sin comida y sin agua, solo con una piel de búfalo, una
kanunba (la pipa sagrada) y su persona. Se llama HANBLECHEYAPI, la
búsqueda de una visión, de un sueño que nos muestre el camino.”
Para los Nativos americanos el HANBLECHEYAPI es un ritual sagrado que se basa en la
búsqueda de una visión alejándose de lugares habitados en lo alto de una
montaña en completa soledad. Según los lakotas cualquier persona puede
implorar esta búsqueda de la visión sea hombre o mujer, joven o anciano
en concepto de ofrenda, de petición, de agradecimiento o de iniciación
para encontrar el Camino Rojo de la vida. El ritual siempre se debe
producir en soledad aunque requiere de la mediación y consejo inicial de
un chamán con el que además se comparte la visión o visiones tras la
experiencia. El HANBLECHEYAPI consta de las tres etapas de purificación,
retiro y regreso, en cada una de las cuales se prescriben diferentes
usos. Muchos ven en él el comienzo del resto de danzas, oraciones y
tradiciones indias y ha sido asumido por muchos estudiosos occidentales
como un método real de expansión de la conciencia.
De entre todas las naciones indias norteamericanas que perviven en la
actualidad recluidas en reservas nativas, puede que los guardianes de
sabiduría lakota sean los mejores contadores de historias que existen.
Tusitala (El narrador de cuentos) Así los llamaban.
Desde hace mil años, de generación en generación, un largo catálogo de
historias míticas se ha perpetuado casi de forma exclusiva mediante la
tradición oral.
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