Sobre la Espiritualidad
El culto al Gran Misterio era silencioso, solitario, libre de cualquier búsqueda egoísta. Era silencioso porque toda palabra necesariamente es débil e imperfecta; por lo tanto, las almas de sus ancestros ascendían hacia dios en una adoración sin palabras. Era solitario porque creían que él está más cerca de nosotros en la soledad, y no había sacerdotes autorizados para intervenir. Nadie podía confesar de manera alguna en la experiencia religiosa de otro. Esta fe no podía ser concebida en credos ni forzada en quien no estuviese dispuesto a recibirla. En consecuencia, no había problemas religiosos. Tampoco usaban templos ni santuarios, lo consideraban sacrilegio.
La Naturaleza
Desde su punto de vista, el Sol y la Tierra fueron los padres de toda la vida orgánica. Del Sol, como padre universal, procede el principio dador de vida en la naturaleza, y en el vientre paciente y fructífero de nuestra madre, la Tierra, se esconden los embriones de plantas y hombres. Los elementos y las fuerzas majestuosas de la naturaleza eran vistos con asombro como poderes espirituales, cada criatura posee un alma en algún grado, aunque no necesariamente un alma consciente de sí misma. Al Lakota le encantaba simpatizar y experimentar una comunión espiritual con sus hermanos del reino animal, cuyas almas mudas tenían algo de la pureza impecable. Tenía fe en los instintos de los animales, como en una sabiduría misteriosa dada desde lo alto. Y aunque aceptaba humildemente el sacrificio supuestamente voluntario de sus cuerpos para preservar el propio, rendía homenaje a sus espíritus mediante rezos y ofrendas prescritas. Cada acto de su vida es, en un sentido muy real. Su respeto por la parte inmortal del animal, su hermano, a menudo lo lleva a colocar el cuerpo de su presa ceremoniosamente en la tierra y decorar la cabeza con pintura simbólica o plumas. Entonces se pone de pie en actitud de oración, sosteniendo en alto la pipa llena, como muestra de haber liberado con honor el espíritu de su hermano, cuyo cuerpo su necesidad lo llevó a tomar para sustentar su propia vida.
Sobre Muerte y Reencarnación
La actitud del Lakota hacia la muerte, prueba y trasfondo de la vida, es enteramente compatible con su carácter y filosofía. La muerte no guarda terror para él; la encara con sencillez y perfecta calma, buscando sólo un fin honorable como su último regalo para su familia y sus descendientes. Por ende corteja la muerte en la batalla. Por otro lado, consideraría una desgracia ser asesinado en una disputa privada. Si uno está muriendo en casa, es costumbre llevar su cama al exterior conforme se acerca el fin, para que su espíritu pueda marcharse bajo el cielo abierto. Muchos Lakotas creían que uno podía nacer más de una vez, y había algunos que afirmaban tener pleno conocimiento de una encarnación pasada. También había quienes sostenían dialogos con algún espíritu gemelo nacido en otra tribu o raza.
El Silencio
El Lakota cree profundamente en el silencio, señal de un equilibrio perfecto. El silencio es el balance o equilibrio absoluto de cuerpo, mente y espíritu. El hombre que mantiene su individualidad siempre calmada y firme ante las tormentas de la existencia tiene la actitud y conducta de vida ideal en la mente del sabio. El autocontrol, la verdadera valentía, la paciencia, la dignidad...
Sobre la Civilización
Para el sabio Lakota, la concentración de población era la prolífica madre de todos los males, tanto morales como físicos. Argumentaba que el alimento es bueno, mientras que el exceso mata; que el amor es bueno, pero la lujuria destruye; y no menos temida que la pestilencia que se deriva de las moradas abarrotadas e insalubres, era la pérdida de poder espiritual inseparable del contacto demasiado estrecho con el prójimo. Cualquiera que haya vivido mucho al aire libre sabe que hay una fuerza magnética y sensible que se acumula en la soledad y que se disipa rápidamente con la vida en multitud; e incluso sus enemigos han reconocido el hecho de que, en cierto poder y aplomo innato, totalmente independiente de las circunstancias, el Lakota Americano no ha sido superado entre los hombres.
Sobre los Nombres
Los nombres Lakotas o bien eran apodos característicos otorgados en actitud juguetona, nombres de hazañas o nombres de nacimiento, o bien tenían significado religioso y simbólico. Se ha dicho que cuando nace un niño, algún accidente o aspecto inusual determina su nombre. Esto es a veces el caso, pero no es la regla. Un hombre de carácter vigoroso, con buenos antecedentes de guerra, por lo general lleva el nombre del búfalo o del oso, del relámpago o de alguna fuerza natural temida. Otro de naturaleza más pacífica tendría un nombre de la parte menos salvaje de la naturaleza. El nombre de una mujer por lo general sugería algo en relación al hogar, a menudo con el adjetivo guapa, una terminación femenina. Los nombres de cualquier dignidad o importancia deben ser conferidos por los ancianos, y especialmente si tienen significado espiritual, tales nombres a veces eran portados por tres generaciones, pero cada individuo debía probar que lo merecía.
Sobre la Valentía
Ni siquiera los peores enemigos del Lakota (el hombre blanco) han negado su valentía, aunque en sus mentes se trate de una valentía ignorante, brutal y fantástica. Su propia concepción de bravura la convierte en una virtud altamente moral, pues para él no consiste en fuerza agresiva sino en autocontrol absoluto. Alguien verdaderamente valiente no se rinde ante el miedo, el enojo, el deseo o la agonía; él es amo de sí mismo en todo momento; su valentía se eleva al verdadero heroísmo.
Sobre las Normas Morales
Con la ayuda de la misma amada Naturaleza, enseñaban cosas simples pero de gran importancia. Se vivía la vida natural, mientras que ahora es artificial. Se vivia entre la naturaleza, mientras que hoy en dia a todo se le pone precio.
"Abuelo, Gran Espíritu... Tú has establecido que los poderes de los cuatro cuartos de la tierra se entrecrucen. Me has hecho andar por el buen camino y por el camino difícil, y el lugar donde ambos se cruzan es sagrado. Un día tras otro, para siempre jamás, eres la vida de las cosas.
Alce Negro, (Sioux-Oglala)
Fuente: Flautas de amor.
Fue un placer encontrarte y fue casualidad
ResponderEliminarLeerte ...
he aprendido mucho
Un honor para mi, que hayas disfrutado leyendo este blog,yo tambien aprendo mucho sobre esta cultura, és fascinante y pongo todo mi corazón en ello.
ResponderEliminarDakota1
Hola, me alegro de saber que existen personas que hacen un blog como éste, que podamos siempre seguir aprendiendo, curándonos y cuidando en la verdad.
ResponderEliminarSaludos
Muchas Gracias Samuel, y bienvenido es un placer para mi, saber que hay personas como ustedes interesadas en mi blog y en lo que escribo, espero disfrutes paseando por la historia...
ResponderEliminarGracias por hazer este blog
ResponderEliminarEl qual nos llena de sabiduria y conocimientos de la vida
Muchas gracias, intento siempre publicar la mejor información posible, pero a veces las fuentes o las informaciones no son del todo correctas, por ello doy gracias a todos los lectores de este blog por su aportación a distintas opiniones y sabiduría, ya que este blog está llegando a muchas partes del mundo.
ResponderEliminarDakota1