lunes, 29 de agosto de 2011

Serás como la Madre Tierra.

Ahora soy una anciana. Los búfalos y los ciervos de cola negra han desaparecido; y los usos y costumbres de los indios casi han desaparecido también. A veces, me resulta difícil creer que viví aquellos tiempos.
Mi hijito se educó en la escuela de los blancos. Sabe leer libros, posee ganado y tiene una granja. Es un jefe entre los hidatsas y ayuda a nuestro pueblo a que aprenda a seguir la senda de los blancos.
Es bueno conmigo. Ya no vivimos en una choza de tierra, sino en una casa con chimeneas; y la esposa de mi hijo guisa en una cocina.
En cuanto a mí, no puedo olvidar nuestras antiguas costumbres.
Muchas veces, en verano, me levanto al rayar el día y voy sigilosa a los maizales; y mientras sacho el maíz, le canto, como hacíamos cuando yo era joven: A nadie le interesan ya nuestras canciones del maíz.
A veces, me siento al atardecer a contemplar el gran Missouri. El sol se pone y la oscuridad se apodera del agua. Y entonces me parece ver entre las sombras nuestra aldea india, el humo alzándose rizado de las chozas de tierra, y oigo en el rumor del río los gritos de los guerreros, las risas de los niños y de los ancianos. es solo el sueño de una anciana. Luego veo otra vez las sombras y oígo el rumor del río; nada más. Y se me llenan los ojos de lágrimas. Nuestra vida india, lo sé, ha desaparecido para siempre.

Wahini; (Hidatsa)

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